martes, 12 de septiembre de 2017

Neamt, garganta de Bicaz y Lacu Rosu.


El consejo de jubiletas reunido como todos los días decidió no realizar más visitas a los monasterios excepto el de Bistrita, para reducir la actividad de este día y llegar sobre las siete de la tarde a Targu Mures.

Por la mañana y tras el desayuno opíparo que nos preparó el Sr. Popa para las ocho de la mañana y fotografiar por la casa, nos dirigimos hacia Bistrita.


Ya en la carretera vimos Agapia a 6 Km y no pudimos resistir la tentación de entrar. Pero tuvimos la suerte de equivocarnos al elegir el camino del monasterio vechio (viejo), que nos llevó a un primer monasterio que tan solo constaba de una cruz y de un pozo y estaba escondido en un bosque y en la falda de un monte. Entonces decidimos no visitar el nuevo.

Monasterio Vechio de Agapia.

De camino a Agapia nos cruzamos con este rebaño de vacas y

con su pastora.

Casa de la zona de Agapia.

Monasterio de Agapia, al fondo.

La carretera continúa plena de vida

El hombre parece observar el estado del campo.

Una vez en la población de Bistrita nos costó un buen rato encontrar el Monasterio de Bistrita y cuando llegamos comenzó a salir muchísima gente del monasterio con sus panes y otros alimentos, supongo que bendecidos, y su primera visita era el cementerio. Me recordaba a muchas aldeas de Cantabria que después de la misa del domingo entran al cementerio al costado de la iglesia.

Entrada al Monasterio de Bistrita.

Iglesia, ésta ya no está pintada.

Entramos en su interior, y la iglesia continuaba llena de gente, para ver un iconostasio, de la virgen y del niño. Un iconostasio que tiene pintadas las caras y los vestidos realizados en plata. Los fieles guardaban cola para venerar de uno en uno a la imagen, besarla y pasar por debajo de la misma.

Por respeto a los fieles, que te permiten entrar, y como son recintos muy pequeños, no realicé fotografías. Pero he bajado una de internet.

Iconostasio del monasterio de Bistrita Neamt. (La foto no es de buena calidad)

Continuamos camino hacia Targu Murest y lo primero que vemos es un auténtico comprobador de gálibo, o te sabes bien la altura del camión o te quedas sin él.

 

Mucha gente de mi edad se acuerda de estos carromatos, hemos visto alguno y todavía en uso. En ellos vivían muchos gitanos dedicados a llevar espectáculos por los pueblos.

Nuestra próxima visita es la garganta de Bicaz, que pese a su estrechez, se dejan los coches en pequeños huecos que no han ocupado los chiringuitos y comenzamos a andar.

La carretera prácticamente esta construida sobre el cauce del río.



Siguiendo este paso montañoso y en su parte alta nos encontramos con el Lacu Rosu, un lago bordeado de altos pinos y que sirve de asueto a mucha gente local.

Lacu Rosu, con pequeñas barcas en su interior.

Aprovechamos la parada para probar el Kurtoskalacs, dulce húngaro que consiste en una fina capa de masa con levadura, adherida a un cilindro, colocado sobre unas brasas abiertas y que se pueden girar, se le pone un poco de azúcar que va dorando y después se le puede añadir nuez finamente triturada o canela. Estaba rico, pero era demasiada cantidad.

Preparando los Kurtoskalacs

Habíamos visto bastantes veces otro alimento preparado e íbamos detrás de él y no sabíamos si era salado o dulce. Ahora también teníamos la oportunidad de comprarlo y probarlo. Se llama Cozonac.

La sorpresa fue súper agradable. La base es masa de pan frita, idéntica a la masa de pan que comemos en Used, mi pueblo. Luego pueden untarle o no una capa de crema de queso muy diluida y encima queso rayado de la zona.

foto de la publicidad.

Recién frita la masa para preparar y comer.

Según lo previsto llegamos a Targu Mures, dejando atrás la región de Moldavia y adentrándonos de nuevo en Transilvania.

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